Luis Calderon Vega, Cuba 88 Memorias de la UNEC

Y, claro está, va también, cómo no, a los estudiantes de hoy que buscan con afán una operante —no sólo teórica y contemplativa— coordinación de su Ciencia y de su Fe y una técnica de salvación que haga posible lo que el Maestro Vasconcelos quiso expresar en nuestro lema universitario: «Por Mi Raza Hablará El Espíritu».
Estas páginas son fundamentalmente un testimonio: el de una época y una historia que no deben olvidarse. Constituyen una experiencia extraordinaria que, a través de muchos de quienes la vivieron en plenitud, sigue influyendo de modo característico en las formaciones sociales y en la opinión de la Nación.
No propongo esta experiencia como un ideal. Lo fue para su época. Solamente como un ejemplo de lo mucho que puede hacerse y de lo más que ha dejado de hacerse.
Antes de ir a Montezuma tenía escritos los cuatro o cinco primeros capítulos que aquí aparecen corregidos y que el P. Ramón Martínez Silva, S.J., fundador de la UNEC, del Centro LABOR y del Seminario de Montezuma, revisó en el Hospital de Cardiología, de donde habría de salir a continuar su misión, por algunos meses, pero al que habría de volver a morir el 22 de julio de 1957.

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