Murray Bookchin, Por una sociedad ecológica

No hay día en que desde los más diversos y – solventes- medios de comunicación, no sé nos llame la atención sobre el proceso de saqueo- destrucción a que -sometemos- a nuestro mundo. Los problemas son de muy varia condición: superpoblación, destrucción de bosques y suelos, contaminación de las aguas y de la atmósfera, agotamiento de las fuentes de energía, desequilibrio entre campo y ciudad, con clara ventaja a favor de ésta, etc.
En el grupo de trabajos de Murray Bookchin, que en este libro presentamos, se abordan estos problemas en su raíz. Para Bookchin el origen de este proceso hacia la destrucción reside en el – principio» de dominación que ha regido el decurso de la humana civilización hasta la actual situación de impasse.
Dominación del hombre sobre la mujer, del adulto sobre el niño y el joven, relación de dominio de la humanidad sobre el mundo natural, de la ciudad sobre el campo, de una clase sobre otra, de determinadas burocracias sobre áreas enteras del globo. Dominación que consiste sustancialmente en hacer del dominado producto, o factor de producción, en un sistema en el que la producción-explotación no tiene otra finalidad que prolongarse ad infinitum —o ad destructionem. Rechazado el llamado movimiento socialista, en la medida en que se aferra a irritantes esquemas sectarios sobre a qué clase corresponde el poder, y se muestra incapaz de comprender que es precisamente en la esencia misma del poder-dominación-a que dicho movimiento aspira-donde radican los males de nuestro mundo, Murray Bookchin se ciñe a lo sustancial: el ser humano es parte integrante del ecosistema y en él tanto los factores como los individuos se mueven en una relación de complementariedad ; la categoría de esta relación es igualitaria. El enemigo del hombre y de la naturaleza, el destructor de la biosfera es el Estado y su gigantismo y centralismo intrínsecos.
La propuesta de Bookchin no es regresiva: el espectacular desarrollo tecnológico no es un mal en sí mismo, no se trata de renunciar a sus avances, sino de utilizarlos de una forma armónica con el medio y no sólo limitándonos a no contaminarlo, sino fundiéndonos en él. Tampoco es una propuesta utópica: no define punto por punto cómo será la vida futura, sino que señala la condición necesaria para que ese futuro pueda ser; esto es: la desaparición de la dominación, la desaparición del Estado. Tampoco se trata de un planteamiento imposible, ideológico o idealista, Bookchin constata y define cómo una corriente de conciencia de si mismo de la propia escisión y enajenación invade a los individuos de nuestra era: sustancialmente a los más sometidos, a los más humillados.

 

Carlos M Rama, Fascismo y anarquismo

La conflictividad de la vida político-social española entre 1917 y 1939, período durante el cual se enfrentaron clases y grupos sociales antagónicos, obliga aun mejor conocimiento de sus expresiones extremistas.

El fascismo y el anarquismo fueron rivales puntas de lanza de los bandos en que se dividió la historia de España, y sin embargo no han merecido una suficiente atención de los historiadores.

El profesor Carlos M. Rama, de la Universidad Autónoma de Barcelona, muy conocido por sus anteriores libros sobre la problemática española (La crisis española del siglo XX, Ideología, regiones y clases en la España contemporánea, Itinerario Español y España: crónica entrañable, 1973 1977, que acaba de aparecer), proporciona en este volumen muchas pistas valiosas para cercar un tema tan apasionante como difícil, y llega, incluso, a examinar las estructuras sociales de la época franquista, en cuanto realización de un pensamiento autoritario orientado a la modelación de una nueva comunidad española.

https://drive.google.com/open?id=1ed-npb3ohYA37RHEw9_15UwlUGE2nUs6

Murray Bookchin, La Ecología de la libertad

«Por el momento, algo debe quedar en claro: la historia humana no puede de ningún modo separarse o desentenderse de la naturaleza. Ella siempre estará hermanada con la natura, ya sea que la llamemos un ‘lodo’ o una ‘madre ‘ fecunda. Quizás la prueba más existente para el
ingenio humano sea la clase de naturaleza que éste habrá de fomentar; o una ricamente orgánica y compleja, o una inorgánica y desastrosamente simplificada.»…

. . «¿Cuáles son lo factores que han producido sociedades humanas ecológicamente dañinas? ¿y cuáles son los que podrían crear sociedades benéficas para el entorno?»
¡Una tecnología desarrollada es por fuerza antiecológica o puede servir para embellecer a la biosfera y los biotopos?, ¿qué enseñanzas nos puede aportar la historia para contestar a estas preguntas y para que progrese nuestro pensamiento más allá de los eslóganes simplistas que ‘Tíos encontramos entres los ecologistas, misántropos o liberales? ¡.y es más, ¿cómo tenemos que pensar estas preguntas?, ¿por la lógica clásica?, ¿por la ‘»intuición?, ¿por la inspiración divina? O, ¿y por qué no, por formas de pensar evolutivas que podríamos calificar de dialécticas? Pero en fin, éste no será el límite de nuestro propósito: ¿Cómo hay que reconstruir a la sociedad para establecer unas relaciones armónicas entre el ser humano y la naturaleza?, ¿cuáles son los medios políticos, sociales y económicos para realizar esta reconstrucción?, ¿y por qué principios éticos se puede guiar?»…

… «Lo que vuelve tan importante a la ecología social es el hecho de que ésta no le concede ningún lugar a la jerarquía, ni en la naturaleza, ni en la sociedad; la ecología social decididamente desafía la función misma de jerarquía como p rin c ip io estabilizador u o rdenador, en ambos dominios.»…

… «Todavía siento aprecio por una época en la que se buscaba iluminar el curso de los hechos, interpretarlos, y darles un sentido. Mi palabra favorita es «coherencia»; definitivamente, ella rige todo lo que digo y escribo. Además, este libro no irradia el pesimismo tan común en la literatura sobre el medio ambiente. Así como creo que el pasado tiene un sentido, también creo que el futuro puede tenerlo. Si bien no podemos estar seguros de que la condición humana habrá de mejorar, al menos tenemos la oportunidad de elegir entre una libertad utópica y una inmolación social. De aquí proviene el desfachatado carácter mesiánico de este libro, carácter que es a la  vez filosófico y ancestral. El «principio de esperanza», como lo llamó Ernst Bloch, es parte de todo lo que yo valoro: de ahí que deteste un futurismo tan apegado al presente que anula lo futuro, negando to d o lo nuevo que no sea una extrapolación de la sociedad actual.
He intentado evitar el escribir un libro que mastique todo posible pensamiento relacionado con los temas tratados en las páginas siguientes. No me gustaría entregarle estos pensamientos en forma de papilla predigerida a un lector pasivo. La tensión que más estimo es la que se da entre el lector de un libro y su autor: las ilusiones, las sugerencias, los pensamientos incompletos y los estímulos que alientan al lector a pensar por sí mismo. En una era que está en fusión, sería arrogante exponer análisis y recetas terminadas, antes, considero que la responsabilidad de un trabajo serio es estimular la reflexión ecológica. En el caso de un libro que sea tan «simple», tan «claro», tan unitario en un tema tan e litis ta – que no requiera ni enmiendas ni modificaciones, el lector tendrá que buscar en otra parte. Este libro no es un programa ideológico, es un estímulo
para el pensamiento, un conjunto coherente de conceptos que los lectores o las lectoras
tendrán que completar en la privacidad de sus propias conciencias»» >

Murray Bookchin dirige el Instituto de Ecología Social (Vermont, U.S.A.). Nacido en 1921 en el seno de una familia rusa de New York, ha Trabajado sucesivamente en una fundición, luego en la industriadel automóvil antes d e ejercer la enseñanza. Excelente orador y notable polemista, sigue siendo una figura de proa dentro de la corriente ecologista y anarquista en los Estados Unidos.

https://drive.google.com/open?id=1-ViA46Ga_I6a8qH2L_iDW6fcaVc0_LSA