Jack Holland, Una breve historia de la misoginia: el prejuicio más antiguo del mundo

El odio hacia las mujeres no es nuevo ni excepcional. Su origen se pierde en la noche de los tiempos y se ha manifestado de manera constante a lo largo de los siglos. La misoginia no es algo que se circunscriba a cierto ámbito cultural; aparece lo mismo en las obras de los antiguos filósofos griegos y en los sermones de prominentes figuras religiosas de la Edad Media que en las manifestaciones populares de nuestros días. La encontramos entre los pueblos menos civilizados, pero también en las naciones supuestamente más avanzadas.

La misoginia se ha presentado bajo muchos rostros: como menosprecio, humillación, exclusión, discriminación, rechazo, despojo, etcétera. Hoy como ayer, este odio desemboca, con aterradora regularidad, en la violencia bajo todas sus formas: golpes, tortura, violación, mutilación. Muchos asesinatos de mujeres, desde los crímenes de Jack el Destripador hasta las muertas de Juárez, tienen una raíz misógina. ¿Qué hay detrás de este prejuicio? ¿qué lo alimenta?

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F.C. Copeston, El pensamiento de Santo Tomas

Santo Tomas de Aquino (1224/5-1274) vivió en la época en que el Occidente cristiano, recuperaba, a través de los co­mentaristas árabes, el gran tesoro de la especulación filosófica griega. Para algunos, el pensamiento griego —y el aristotelismo en especial— era una amenaza naturalista a la integridad de la fe cristiana. Y acaso lo más notable de Santo Tomás sea la forma en que usó y desarrolle) el legado del pensamiento antiguo; osadía que lo llevó a ser considerado como un revolucionario por muchos de sus contemporáneos. En él encarna, por otra parte, uno de los ideales de su siglo: la interpretación unificada de la realidad, en la que la filosofía y la teología, lejos de oponerse, se enlazan armoniosamente. Uno de los problemas examinados por el Padre Copleston es precisamente si se trata de un ideal anticuado o de la forma que tomó en un determinado momento un ideal de valor permanente.

Pero el pensamiento de Santo Tomás tiene algo más que un mero interés histórico. A partir del siglo pasado, cuando León XIII afirmó en su encíclica Aeterni Patris el valor de la síntesis tomista, los filósofos católicos —hombres como Gil- son, Scrtillanges, Grabmann, Maritain— han basado su reflexión en la obra del dominico. Por paradójico que pueda pa­recer, actualmente la influencia de Santo Tomás es mucho mayor que en la Edad Media. El Padre Copleston —tan conocido por su gran Historia de la filosofía y sus estudios sobre Schopenhauer y Nietzsche— logra hacer de la filosofía de Santo Tomás algo perfectamente inteligible, aun para aquellas personas poco familiarizadas con la filosofía medieval y sus problemas, pues, siempre que existe la posibilidad, destaca la relación entre aquellos problemas los de nuestros días.

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