La de Albert Schweitzer es una de las personalidades más originales de nuestro tiempo. Esta originalidad lo ha hecho universalmente famoso. Al hablar de un libro de Schweitzer se impone, pues, decir unas palabras sobre el hombre. Schweitzer fue médico, hombre de ciencia, filósofo, teólogo, músico, escritor y filántropo. Un día deja su cátedra de la Universidad de Alsacia y se instala en África, en una selva virgen ecuatorial, al borde del río Ogowe, donde funda un hospital y se dedica a curar a la humanidad negra doliente. Pero antes que aislarlo y sustraerlo al mundo civilizado, su voluntario confinamiento en la selva africana hace de Schweitzer una figura más observada y conocida, sin duda, que si hubiera continuado en Europa. La mudanza al continente negro añade una nueva dimensión a su efigie moral: la de hombre de acción, la de héroe. El mundo se ocupa de él. Y él se ocupa del mundo. O mejor, se preocupa por el mundo. Schweitzer es, en el fondo, un místico; pero un místico de acción, reformador, que aspira a influir en su tiempo. De ahí, El pensamiento de la India y su evolución, de todos los escritos por este pensador, el que más claramente se gesta en esa inquietud. Schweitzer advierte un vacío en el pensamiento universal moderno. Ni el pensamiento occidental ni el de la India son adecuados, por incompletos. Hay que alumbrar un pensamiento, por encima de las diferencias del pasado histórico, susceptible de ser aceptado por toda la Humanidad. “Pues tiene que surgir una filosofía más profunda y más viva que la nuestra, una filosofía dotada de mayor fuerza espiritual y ética.” Schweitzer cree que ese nuevo pensamiento, más perfecto y más poderoso, viene, y hay que avizorarlo. Su Pensamiento de la India, es, en sustancia, la exposición de ambas corrientes, la occidental y la oriental, y la denuncia de sus limitaciones. Rara vez se nos han definido con tanta brillantez y claridad las respectivas posiciones espirituales. Schweitzer señala los puntos de contacto entre el cristianismo y las religiones orientales y la creciente aproximación entre ambos mundos como consecuencia de la evolución del pensamiento de la India. A medida que se torna más ético el pensamiento de la India, menos puede darse por satisfecho con interpretaciones éticas de un misticismo que es no ético. Schweitzer profetiza que la necesidad del misticismo, que es en realidad intrínsecamente ética, se dejará sentir cada día con más fuerza. En resumen, el pensamiento de la humanidad tiene que avanzar a una posición en que haga derivar de la ética la visión del mundo.
El pensamiento de la India y su evolución nos traslada al mundo de las grandes religiones consideradas, ante todo, desde el punto de vista ético. Espléndido banquete aguarda al lector verdaderamente interesado en el tema.
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