HENRI PEYRE, ¿QUÉ ES EL CLASICISMO?

En 1933 publicamos en la librería Droz, en París, un librito titulado Qu´est-ce que le classicisme? Essai de mise au pomt. Ese libro está agotado desde hace años. El interés que numerosos lectores, franceses y extranjeros, muestran por todo lo que se refiere al siglo XVII francés ha suscitado después numerosos trabajos. Hemos utilizado estos estudios recientes, como lo demuestra una bibliografía que, tras muchas eliminaciones, cuenta más de trescientos títulos. Asimismo, hemos modificado, precisado o ampliado nuestra concepción del clasicismo francés y, en la medida en que era provechoso, también la del clasicismo “eterno”, del que el francés es una faz, quizás la más bella y la más pura en el conjunto de las literaturas modernas. He aquí, pues, ante el público, una obra puesta al día y enteramente refundida.

Esta obra aparece en el continente americano y en uno de los momentos más cargados de angustias para Francia. No es un frívolo diletantismo este volverse hacia el más glorioso pasado de la cultura francesa en años de trágica incertidumbre. No es tampoco, ni mucho menos, desesperanza del presente y desconfianza del porvenir. Los mismos franceses, en su angustia física y moral, encuentran ahora mismo en Corneille, en Pascal, en Moliere y en Bossuet estímulos preciosos. Su siglo XVII les enseña o les recuerda que su historia, aun en las épocas más gloriosas, nunca estuvo exenta de pruebas, destrozos y peligros mortales. Siempre han salido de estas pruebas más depurados, más graves, más audaces, más resueltos en su tendencia “hacia lo bello y lo grandioso”, según la expresión de Bossuet. Su gran siglo no los ha esterilizado ni los ha petrificado en una admiración servil y convencional. El milagro de la cultura francesa está en haber mantenido su continuidad durante diez siglos, sin dejar de ser, sin embargo, siempre nueva y diferente de sí misma. En estas cualidades y en estas virtudes clásicas, que Francia ha encarnado en diversas ocasiones y particularmente en el siglo XVII, ven hoy un mensaje más actual que nunca todos los que tienen fe en Francia: que si desapareciesen esos dones de la profundidad que es claridad, de la pasión que es prudencia, de la serenidad que es triunfo sobre la inquietud, del orden que es victoria sobre la turbulencia, del equilibrio que es vida frágil pero armoniosa, de la razón que es la audaz afirmación del poder del espíritu sobre las cosas, toda la cultura y la civilización entera, no ya sólo de Europa, sino de todo el Occidente, sufrirían un embate del que quizás nunca más podrían levantarse.

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