Hans Mayer, De la literatura alemana contemporánea

Es natural que un autor se sienta satisfecho de que su obra no sea impresa solamente en su lengua materna, sino de que algún traductor deba trasladar los procesos mentales y giros del original, a menudo muy complicados, a otra lengua de estructura completamente distinta y habituada a ceñirse a otras tradiciones literarias.

El orgullo de un autor al saber que se desea poner su obra al alcance de lectores de otras len­guas y nacionalidades no debe hacerle olvidar una pregunta: ¿existe una necesidad objetiva de traducir su libro? Con mayor razón deberá examinar el autor, si no es ni dramaturgo ni narrador, sino crítico e historiador de la literatura, si sus ensayos y análisis pueden rebasar las fronteras de la propia literatura nacional. El lector mexicano se encuentra aquí ante un libro que trata del desarrollo de la literatura alemana de la actualidad y del pasado más reciente. Se refiere a escritores y movimientos literarios mundialmente célebres: Thomas Mann, Gerhart Hauptmann y Hermann Hesse; el dadaísmo, y el expresionismo y el surrealismo. Muchos escritores del presente han alcanzado asimismo la celebridad internacional: no sólo Brecht y Dürrenmatt, sino también Heinrich Boíl y Max Frisch, Peter Weiss y Günter Grass. Ello es señal inequívoca de que la literatura alemana desde el fin de la Segunda Guerra Mundial, mediante su fondo y sus formas, mediante sus actitudes políticas y sus experimentos de estética, ha logrado despertar un interés que no se circunscribe a los ámbitos de Alemania, Austria y Suiza. Queda demostrado que el limitado concepto decimonónico de una “literatura nacional” ha sido suplantado por un criterio literario universal. Las obras del autor contemporáneo, o despiertan un interés internacional, o no llaman la atención ni siquiera en su propia patria, ni entre los lectores de su mismo idioma.

En mi libro trato de poner en claro cómo la literatura alemana del presente intenta sobreponerse a una catástrofe de dimensiones tales como no lo ha padecido ninguna otra literatura. Durante doce años (1933-1945), toda una literatura, poseedora de una tradición célebre y dignísima, se vio obligada a expatriarse. La literatura alemana de esa época es, antes que nada, una literatura de emigración. El final del exilio coincide con el fin de una guerra mundial, una gigantesca derrota de Alemania, una catástrofe nacional sin precedente.

¿Dónde debía entroncarse ahora la literatura? ¿Qué resultó del reencuentro de quienes emigra­ron y quienes se quedaron? ¿Qué tradiciones seguían teniendo validez, cuáles habían dejado de ser aplicables?

Mi libro intenta seguir y analizar este proceso. Pretende también explicar cómo tuvo que desarrollarse la literatura en un país que fue desmembrado de tal suerte que una de sus partes pertenece hoy al mundo occidental, la otra al oriental. Desde 1945 Alemania no tiene una capital, pues también la antigua capital del imperio alemán, Berlín, fue dividida entre Oriente y Occidente. ¿Cómo se desarrolla una literatura en tales circunstancias?

El presente libro no aspira a mencionar todos los nombres y títulos. Aún menos pretende hacer un análisis exhaustivo de cada obra, ni le sería posible lograrlo. Ello representaría un proceso que va más allá de la mera historia de la literatura.

Tanto en los rasgos positivos como en los negativos, esta literatura tiene un carácter bien definido: muestra cómo repercuten sobre la literatura determinados cambios del organismo social. Al mismo tiempo, trata de mostrar cómo esa renaciente literatura, a su vez, influye sobre las condiciones sociales y políticas.

El autor espera que su libro pueda dar también al lector mexicano una mayor comprensión de estos hechos. Acaso sorprenda a este lector ver que algunos de tales acontecimientos y procesos mentales le resultan menos ajenos de lo que había supuesto al leer un artículo relacionado con la literatura alemana.

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A. Schweitzer, El pensamiento de la India

La de Albert Schweitzer es una de las personalidades más originales de nuestro tiempo. Esta originalidad lo ha hecho universalmente famoso. Al hablar de un libro de Schweitzer se impone, pues, decir unas palabras sobre el hombre. Schweitzer fue médico, hombre de ciencia, filósofo, teólogo, músico, escritor y filántropo. Un día deja su cátedra de la Universidad de Alsacia y se instala en África, en una selva virgen ecuatorial, al borde del río Ogowe, donde funda un hospital y se dedica a curar a la humanidad negra doliente. Pero antes que aislarlo y sustraerlo al mundo civilizado, su voluntario confinamiento en la selva africana hace de Schweitzer una figura más observada y conocida, sin duda, que si hubiera continuado en Europa. La mudanza al continente negro añade una nueva dimensión a su efigie moral: la de hombre de acción, la de héroe. El mundo se ocupa de él. Y él se ocupa del mundo. O mejor, se preocupa por el mundo. Schweitzer es, en el fondo, un místico; pero un místico de acción, reformador, que aspira a influir en su tiempo. De ahí, El pensamiento de la India y su evolución, de todos los escritos por este pensador, el que más claramente se gesta en esa inquietud. Schweitzer advierte un vacío en el pensamiento universal moderno. Ni el pensamiento occidental ni el de la India son adecuados, por incompletos. Hay que alumbrar un pensamiento, por encima de las diferencias del pasado histórico, susceptible de ser aceptado por toda la Humanidad. “Pues tiene que surgir una filosofía más profunda y más viva que la nuestra, una filosofía dotada de mayor fuerza espiritual y ética.” Schweitzer cree que ese nuevo pensamiento, más perfecto y más poderoso, viene, y hay que avizorarlo. Su Pensamiento de la India, es, en sustancia, la exposición de ambas corrientes, la occidental y la oriental, y la denuncia de sus limitaciones. Rara vez se nos han definido con tanta brillantez y claridad las respectivas posiciones espirituales. Schweitzer señala los puntos de contacto entre el cristianismo y las religiones orientales y la creciente aproximación entre ambos mundos como consecuencia de la evolución del pensamiento de la India. A medida que se torna más ético el pensamiento de la India, menos puede darse por satisfecho con interpretaciones éticas de un misticismo que es no ético. Schweitzer profetiza que la necesidad del misticismo, que es en realidad intrínsecamente ética, se dejará sentir cada día con más fuerza. En resumen, el pensamiento de la humanidad tiene que avanzar a una posición en que haga derivar de la ética la visión del mundo.

El pensamiento de la India y su evolución nos traslada al mundo de las grandes religiones consideradas, ante todo, desde el punto de vista ético. Espléndido banquete aguarda al lector verdaderamente interesado en el tema.

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